Procrastinar, ese enemigo de la productividad que podemos evitar

Procrastinar, ese enemigo de la productividad que podemos evitar

La frase, remanida y hecha cliché, sigue vigente a la hora de ponerle un punto final a la costumbre de procrastinar las tareas: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.

 

Y surge como una regla básica para cambiar los malos hábitos, porque la procastinación es un enemigo de la productividad e impide aprovechar todo el potencial de cada uno.

Antes de empezar es recomendable definir los objetivos. Y saber organizar el tiempo. Cuando uno trabaja tiende a tener múltiples tareas y objetivos. Lo recomendable es ponerle horario a casa actividad o tarea y cumplirlo. Claro que también es importante establecer un orden de importancia entre ellas, de lo más importante a lo menos.

Para bajar el nivel de procastinación, siempre es bueno recomendar buenas prácticas. Aquí una lista de diferentes estrategias, algunas simples y otras no tanto, que combinadas o independientes pueden ayudar:

1. Utiliza la “Regla de los Dos Minutos” que dice que si estás planificando una acción que se puede hacer en menos de dos minutos, no la planifiques; hazla. Puedes extender ese tiempo a 5 ó 10 minutos. Si haces de esta regla un hábito, habrá una multitud de tareas que no vas a tener la oportunidad de posponer.

2. Da un pequeño primer paso. Si temes a una tarea por el motivo que sea, plantéate trabajar solo 5 minutos y dejarlo. Cuando empiezas a trabajar el miedo se desvanece y coges inercia para continuar y terminar el trabajo. Al dar el primer paso vences esa resistencia y empiezas a ver de otra manera cosas que antes te parecían imposibles.

3. Las rutinas ayudan. Si conviertes las tareas repetitivas y aburridas en rutinas, terminarás haciéndolas sin apenas esfuerzo. Las rutinas son hábitos o costumbres que haces de forma casi inconsciente y simplifican tu vida.

4. Toma decisiones. Muchas veces vas aplazando una tarea inconscientemente, simplemente porque no te paras a pensar en ella. Dedica un par de minutos para aclarar qué significa realmente esa tarea y toma una decisión al respecto. Puede que decidas demorarla de una manera racional, en cuyo caso no estás procrastinando y no te sentirás mal por ello.

5. Aprende a decir no. Apuesto a que muchas de las tareas que pospones son compromisos que te has buscado por no saber decir que no.

6. No tengas miedo a abandonar. Puede que no sea el momento de hacer algo. A veces creemos que tenemos que hacer algo simplemente porque lo hemos empezado. Si el tiempo hace que ese proyecto ya no tenga tanto sentido o no sea lo suficientemente importante, simplemente déjalo y haz otras cosas. Esperar no significa.

7. Gestiona tu energía, no tu tiempo. Es importante que trabajes en tus mejores momentos. Si estás agotado o de mal humor, tus probabilidades de procrastinar aumentan considerablemente.

8. Establece una recompensa para cuando termines esa tarea que se resiste. Motívate pensando en lo que harás después de hacerla—algo que realmente te apetezca, te relaje y no suponga ningún esfuerzo. Define tus propios incentivos.

9. Utiliza una lista de tareas corta. Una lista larga puede arruinar tu sensación de control y convertirse en una fuente de estrés y frustración. Cuanto más corta sea tu lista de próximas acciones más fácil te resultará estar focalizado en lo que de verdad tienes que hacer.

10. Utiliza herramientas que te gusten. No quieras hacerlo todo con una hoja de papel y un lápiz. Usar elementos atractivos puede ayudarte a empezar con más ganas una determinada tarea.

11. Revisa regularmente tus objetivos. Si una tarea es complicada, incierta o aburrida, pero es importante para lograr un objetivo siempre presente esa meta debería ayudarte a no procrastinar.

12. Evita las distracciones. Cuantas más tentaciones tengas para hacer otra cosa en vez de lo que tienes que hacer, más fácil será procrastinar. Mantén el móvil, las notificaciones y el acceso a internet desconectados cuando te dispongas a afrontar tareas complicadas.

Conocé el testimonio de Eugenia Olavide sobre el mindfulness, acá.